domingo, marzo 08, 2015



El Devenir de la Psicología: El Alma Pensante.


Mantenerse con vida, supone un proceso dinámico constante entre un organismo y su entorno, una interacción que haga posible mantener la identidad de dicho organismo, la organización particular que lo constituye como tal.  En este sentido, el alma, necesariamente, para cumplir con su objetivo, debe tener la capacidad de interactuar con el entorno en el cual se encuentra el organismo, de manera de advertir los cambios que se presenten en éstos y poder implementar, de manera concomitante, las correcciones o ajustes que se requieran para que pueda perdurar la vida que ha generado.  Este proceso recursivo conlleva una transformación constante, tanto del organismo como de su entorno, cambios estructurales que, con el transcurso del tiempo, distinguimos como una historia evolutiva.
Esta doble funcionalidad del alma, esta polivalencia, según Gadamer (1999), ya estaba en la conceptualización que de ésta se tenía en la Grecia clásica, como origen de la vida y como asiento del pensamiento.  Según este filósofo, Platón y Aristóteles habrían estado convencidos que sin vivir, no hay pensar, por lo que, desde esta perspectiva, no se trata de procesos separables, sino muy por el contrario, estrechamente relacionados y co-dependientes.  Mantener la vida, supone considerar las circunstancias en las que se encuentra el organismo y decidir cuál es la acción adecuada para ese momento, contexto que es siempre transitorio y que requiere, por tanto, una nueva evaluación y selección de conductas.
El verbo pensar, viene del latín pensare, que es un frecuentativo del verbo pendere (pender, estar colgado), cuyo participio es pensum, de donde derivan, en español, los términos peso y pienso.  La raíz PIE sería *(s)pen, con el significado de estirar, hilar, tirar.  La acción de pender o colgar es, hasta la actualidad, la manera más simple de “tomarle el peso” a un objeto o una cosa, siendo la balanza el instrumento especialmente diseñado para establecer una relación entre dos objetos que cuelgan, lo que permite conocer el peso de uno en función del otro.  El sentido de pendere, derivó, por tanto, a la acción de pesar, estimar y valorar, con lo cual, pensare, hacía alusión a estimar reiteradamente algo.  De la misma manera, pensum aludía a una cantidad pesada o medida, de hecho, originalmente, a la lana que se debía hilar en un día, que luego se extendería a porción o ración de alimento, noción a la que alude también el término pienso.  Estimar las consecuencias de una acción, considerar qué tan adecuada puede resultar una conducta para mantener al organismo con vida, tomarle el peso a una situación particular, es el sentido original que tiene la acción de pensar, de la cual debe necesariamente hacerse cargo el alma, psykhe.  Sopesar las circunstancias o medir los efectos de actuar de uno u otro modo, sería el sentido metafórico original de lo que entendemos actualmente por pensar, acción que desde un comienzo conlleva un proceso reiterativo o recursivo y un carácter relacional.

viernes, febrero 08, 2013



Pitágoras (572-497 a.C.)

El Devenir de la Psicología.



La palabra psicología, tiene su origen en el sustantivo griego psyche, que alude al soplo, aire o aliento que da la vida.  Estar vivo es tener la capacidad de respirar, de tomar aire, de allí que este soplo o aliento sea condición necesaria para poder vivir.  En latín, esta idea del aire como principio vital se expresa con la palabra anima, cuya raíz proviene del protoindoeuropeo *anu, que se refiere a la acción de respirar, de donde también derivan el sustantivo animal y el verbo animar.  El concepto latino de anima, habría derivado en el español alma, que es la traducción habitual que se hace del griego psyche.  La psicología, se refiere entonces al estudio o al discurso acerca del alma o anima.  En este mismo sentido, se puede también entender como una ciencia, del latín scire, saber, del espíritu, término que también nos llega del verbo latino spirare que significa soplar.  Así, el spiritus también termina haciendo alusión al soplo vital, al anima o alma.  De este modo, se entiende que cuando sale el espíritu, exspirare, el alma abandona el cuerpo y la vida acaba.

Para los antiguos griegos, fundadores de la cultura occidental, psyche no sólo da la vida al cuerpo, sino que también es capaz de razonar o pensar, ambos términos derivan del latín, ratio y pensare, con el significado de calcular.  Esta capacidad del alma, psyche, la vincula con el término mente, de latín mentis, cuya raíz vendría del protoindoeuropeo *men, con el significado de pensar.  La mente, al igual que el alma o el espíritu, es la que tiene la facultad de pensar, de conocer.  Para Pitágoras y, más tarde, para Platón, es el alma la que permite alcanzar el verdadero conocimiento, el cual es abstracto, mental.  Para Aristóteles, es a través del alma que podemos alcanzar nuestros propósitos como seres humanos, controlar nuestras pasiones, llevar una vida moderada y ser felices.  Fue esta idea de Aristóteles la que perduró en el tiempo y nos llevó a considerar, hasta la fecha, que es psyche, el alma, el espíritu, la mente, quien debe orientar nuestras acciones, quien debe conducirnos, quien debe guiar el hacer humano.  Lo que resulta de esta guía es la conducta, término que viene del latín con-ducere y éste del protoindoeuropeo *deuk- que significa guiar, arrastrar, llevar en un determinado sentido o dirección.  Desde esta perspectiva que promovieron los griegos, la conducta es lo que resulta de la actividad del alma, de psyche y de allí, que actualmente se entienda la psicología como el estudio de la conducta.

miércoles, agosto 24, 2011


LA LÓGICA DEL DESCUBRIMIENTO

Norwood Russell Hanson

(II Parte)

Charles Sanders Peirce (1839-1914)

Para Hanson, las diversas leyes de la física y, en general, la formulación de leyes científicas, no han sido establecidas mediante lo que Bacon denominó “inducción por enumeración simple”, por lo que J.S. Mill, Reichenbach y todos quienes sostengan que los descubrimientos y la investigación científica proceden de esa manera, estarían en un error. De igual manera, también estarían en un error quienes adopten como explicación para ello el método hipotético-deductivo (H-D).

La concepción H-D, si bien resulta más adecuada para dar cuenta de las leyes y teorías científicas que el método de inducción por enumeración, adolece de una explicación que permita dar cuenta de cómo se han llegado a formular dichas leyes, no esclarece cómo las “sofisticadas generalizaciones” son derivadas.[1]

“Los dos procedimientos explicativos mencionados no son alternativos, son compatibles. La aceptación del segundo no es razón para rechazar el primero. Se puede llegar a una ley por enumeración de hechos particulares; a continuación podría ser articulada en un sistema H-D como una proposición de orden superior. (. . . .)

En el enfoque viejo hay algo incorrecto: es falso. Los físicos rara vez encuentran leyes por medio de la enumeración y el resumen de observables. También hay algo incorrecto en el enfoque H-D, sin embargo. Si fuera interpretado como una descripción de la práctica física, sería engañoso. Los físicos no parten de hipótesis; parten de hechos. Desde el momento en que una ley queda incorporada a un sistema H-D se acaba realmente el pensamiento físico original. El proceso pedestre de deducir oraciones observacionales a partir de hipótesis llega sólo después de que el físico ve que la hipótesis explica al menos los datos iniciales que requerían explicación. Este enfoque H-D sólo es útil para la discusión de los argumentos de un informe sobre una investigación concluida (. . . .); el análisis deja sin esclarecer los razonamientos que a menudo aparecen cuando se hacen las primeras tentativas y propuestas de una ley.”[2]

En su artículo “The logic of discovery”, Hanson puntualiza la idea anterior, señalando que los datos de los que parten los científicos no son datos ordinarios de sentido común, sino que son aquellos que resultan del hecho de dar sorpresivamente con una anomalía, concepto con el cual se refiere a “aquellos sucesos cuyas descripciones expresan la negación de enunciados observacionales implicados en el «despliegue» hipotético-deductivo de alguna teoría bien establecida.”[3] De la misma manera, Aristóteles señalaba que el conocimiento comienza con el asombro. Peirce, hace de la perplejidad el gatillo de la investigación científica. Así como también James y Dewey conciben a la inteligencia como el resultado de manejar situaciones problemáticas.[4]

Para Hanson, como se advierte en la cita anterior, dar cuenta del desarrollo de las hipótesis y leyes científicas va mucho más allá del alcance del enfoque hipotético-deductivo. Desde su perspectiva, abordar la resolución de problemas exige comprender los criterios que subyacen a la distinción de “buenas” y “malas” razones para adoptar o seguir una determinada idea o conjetura. La siguiente cita, tomada del ensayo “Observación y explicación”, complementa, a mi juicio de buena manera, las ideas que Hanson expone en su libro “Patrones de descubrimiento”, citadas anteriormente:

“Mucho antes de que un investigador haya acabado su investigación, haya solucionado su problema y haya escrito finalmente su informe de investigación, debe haber habido muchas ocasiones en las que se ha visto forzado a usar su cabeza, a invocar su razón, y a decidir entre las especulaciones que parecían potencialmente fructíferas y las que no lo parecían. Existen cosas tales como «protohipótesis»; éstas contrastan nuestra capacidad para delinear ámbitos de conjeturas plausibles dentro de los cuales estaríamos dispuestos a argüir que nuestra solución final es más probable que caiga.”[5]

Desde la perspectiva de la inducción por enumeración, la inferencia importante se da desde las observaciones a la ley, de lo particular a lo general. Esta idea, de que las leyes se obtienen por inferencia a partir de los datos es correcta, pero no lo es la sugerencia que subyace a ésta, que la ley no es más que un sumario o resumen de estos datos, en vez de ser lo que se supone debe ser, una explicación de los datos.

El enfoque H-D, no da cuenta de la conexión inicial entre los datos y las leyes, sugiriendo que la inferencia fundamental va desde las hipótesis de alto rango a los enunciados observacionales. Esto permite dar cuenta de las razones que se pueden tener para aceptar una hipótesis, después de que ésta fue propuesta, pero de esta manera no se exponen las razones para formular o proponer la hipótesis, esto es, el enfoque H-D no da cuenta de la génesis de la conjetura plausible.

Sin embargo, señala Hanson, el origen de una hipótesis, su formulación inicial, suele ser un asunto razonable, es decir, no depende de la intuición, de las corazonadas o de otro fenómeno de esa índole, como suelen suponer los historiadores y los científicos, cuando atribuyen dicha formulación a la genialidad y no a la lógica. Los planteamientos y formulaciones teóricas de Kepler, Galileo y Newton, ciertamente requirieron de la genialidad de estos personajes, pero esto no significa que las razones o fundamentos en que se basaron para sostener sus ideas inicialmente sean de carácter irracional o carezcan de alguna base racional.

El operar del método H-D comienza con la hipótesis como algo dado, “como si una receta de cocina comenzara con la trucha como dada”.[6] Irónicamente, Hanson señala que las recetas a veces comienzan con la frase “Primero, coja su trucha”. De la misma manera, el enfoque H-D describe una “receta científica” que opera con posterioridad a “coger la hipótesis”, dejando de lado un aspecto esencial del quehacer científico, esto es, las razones que tuvieron Kepler, Galileo y Newton para proponer inicialmente sus hipótesis.

“Puede argüirse que el ingenio, la tenacidad, la imaginación y la audacia intelectual que han caracterizado la física desde Galileo se revelan más claramente en el proceso de captura de hipótesis que en la elaboración deductiva de las hipótesis capturadas. Galileo luchó durante treinta y cuatro años antes de ser capaz de proponer con un grado suficiente de confianza su hipótesis de la aceleración constante. ¿Es esto irrelevante conceptualmente? ¿Aprenderemos mucho acerca del pensamiento físico de Galileo si nuestro análisis comienza con la hipótesis de la aceleración constante como una base de la deducción? ¿Eran sólo las predicciones a partir de esta hipótesis lo que tenía aceptación para Galileo? El filósofo de la ciencia debe contestar: «No».”[7]

Podría señalarse, que para Hanson se vuelve muy importante comprender lo que hay detrás de la hipótesis de Galileo, de Kepler, de Newton y de los científicos en general. ¿Qué llevó a estos personajes a ver lo que otros no habían visto?, ¿cómo hicieron para organizar los hechos observados de tal manera que llegaron a plantear sus famosas hipótesis?, ¿qué supuestos los llevaron a interpretar sus observaciones de esa manera en particular?, ¿cómo fueron organizando los datos para llegar a formular las hipótesis que marcaron la historia de la ciencia?. Algunas reflexiones que Hanson hace en torno a la observación, quizás permitan aclarar y comprender un poco más la inquietud que intenta transmitirnos en sus escritos.

“La visión es una experiencia. Una reacción de la retina es solamente un estado físico, una excitación fotoquímica. Los fisiólogos no siempre han apreciado las diferencias existentes entre las experiencias y los estados físicos. Son las personas las que ven, no sus ojos. Las cámaras fotográficas y los globos del ojo son ciegos. (. . .) Que Kepler y Tycho vieran o no la misma cosa no puede argumentarse mediante referencias a estados físicos de sus retinas, sus nervios ópticos o sus cortezas visuales; para ver es necesario algo más que la mera recepción en los globos oculares.”[8]

Siguiendo los principios de la psicología de la gestalt, señala:

“La organización en sí misma no se ve de la misma manera en que se ven las líneas y los colores de un dibujo. En sí misma no es una línea, una forma ni un color. No es un elemento que exista en el campo visual, sino más bien la manera en que se comprenden los elementos. El argumento no es un detalle más en un relato, ni la melodía es una nota más. Y sin la existencia del argumento y la melodía no quedarían unidos los detalles y las notas. (. . .) [la organización] proporciona una estructura para las líneas y las formas. Si la organización faltara, nos quedaríamos nada más que con una configuración ininteligible de líneas.”[9]

Los distintos tipos de organización perceptiva dependen, indica Hanson siguiendo a los gestálticos, del contexto, es éste el que da la clave para realizar un determinado tipo de interpretación. Sin embargo, no siempre es necesario que el contexto sea establecido explícitamente. “Estamos preparados para apreciar de ciertas maneras los aspectos visuales de las cosas. Los elementos de nuestra experiencia no se agrupan al azar.”[10]

El visitante de un laboratorio de física, ejemplifica Hanson, “debe aprender algo de física antes de que pueda ver lo que el físico ve. Sólo entonces el contexto pondrá de relieve aquellas características de los objetos que tiene ante él y en las cuales el físico ve indicadores de resistencia.”[11]

Hanson, podríamos suponer que integrando los conocimientos de los teóricos gestálticos y de la física cuántica, plantea que “en cierto sentido, entonces, la visión es una acción que lleva una «carga teórica». La observación de x está moldeada por un conocimiento previo de x.”[12] De aquí la meta de toda observación científica, intentar que las observaciones sean coherentes con la base de un conocimiento establecido. Lo que el físico busca, y en principio todo científico, es una explicación de los datos que encuentra, su meta es construir un esquema conceptual en el cual sus datos puedan insertarse inteligiblemente, junto a otros datos más conocidos. Ciertamente que dicha construcción no puede ser el resultado de la aplicación del razonamiento deductivo, así como tampoco del inductivo. Hanson cita a Peirce, quien señala que la inducción “define una teoría y mide el grado de concordancia de esa teoría con los hechos. Nunca puede dar origen a ninguna idea, como tampoco la deducción. Todas las ideas de la ciencia llegan por el camino de la abducción. La abducción consiste en estudiar los hechos e inventar una teoría que los explique.”[13]

De lo anterior, es posible advertir la necesidad de complementar el razonamiento hipotético-deductivo con el razonamiento abductivo o retroducción, pues mientras el primero se preocupa de la contrastación de hipótesis y de los resultados de dicha contrastación, el segundo se focaliza en los aspectos conceptuales de la resolución de problemas. La retroducción se basa en la anomalía, que constituiría el motivo de la investigación.

“La consideración directora dentro del pensamiento hipotético-deductivo es la exposición bien formada de la solución del problema. Esta es una respuesta a la pregunta «¿qué se sigue de estas premisas (es decir, hipótesis, leyes y condiciones iniciales)?». La pregunta directora en el pensamiento retroductivo es «¿de qué premisas puede mostrarse que se sigue esta anomalía?».”[14]

Ahora bien, para que una hipótesis explicativa, inferida abductivamente, sea admitida requiere de la condición de que explique los fenómenos que plantean la dificultad o anomalía, o por lo menos algunos de ellos. Hanson, esquematiza la retroducción, que considera superior al enfoque H-D, de la siguiente manera:

1. Se advierte una anomalía o fenómeno sorprendente, P.

2. Este fenómeno P no sería sorprendente o anómalo si H fuese verdadera, pues se seguiría de H; H explicaría P.

3. Por lo tanto, hay una buena razón para proponer H como una hipótesis posible.

H no puede ser inferida retroductivamente hasta que su contenido se despliegue en 2. El enfoque inductivo por enumeración espera que H emerja de las repeticiones de P. El enfoque H-D hace emerger a P de una inexplicada creación de H como “hipótesis de nivel superior”.

Para Hanson, una condición fundamental para que un fenómeno x sea explicado es considerar la percepción de la estructura completa o contexto en el que dicho fenómeno está inmerso. Una hipótesis puede ser mejor que otras en la medida que permita organizar los datos en patrones o esquemas que los hagan inteligibles. Sólo captando el patrón global o la organización del todo, se puede encontrar el significado o sentido de un dato determinado. “La comprensión de un gráfico hace explicables los detalles, del mismo modo que las leyes de la caída libre de los cuerpos hacen inteligible el impacto de un cuerpo pesado que cae en un terreno arcilloso.”[15]

“Las teorías físicas proporcionan modelos dentro de los cuales los datos se hacen inteligibles. Constituyen una «Gestalt conceptual». Una teoría no se ensambla a partir de fenómenos observados; es más bien lo que hace posible observar qué tipo de fenómenos son y qué relaciones mantienen con otros. Las teorías colocan a los fenómenos en sistemas; son construidas ‘hacia atrás’, retroductivamente. Una teoría es un conjunto de conclusiones en busca de una premisa. El físico razona a partir de las propiedades observadas de los fenómenos hacia una idea fundamental que explica dichas propiedades de modo simple y directo. El físico no busca un conjunto de posibles objetos, sino un conjunto de posibles explicaciones.”[16]


[1] Hanson, N. R. (1958) The logic of discovery, Journal of Philosophy, Vol. LV, Nº 25, p.1081.

[2] Hanson, N.R. (1977) “Patrones de Descubrimiento”, Alianza Editorial, Madrid, p. 164.

[3] Hanson, N.R. (1977) “Observación y Explicación”, Alianza Editorial, Madrid, p. 51.

[4] Hanson, N. R. (1958) The logic of discovery, Journal of Philosophy, Vol. LV, Nº 25, p.1081.

[5] Hanson, N.R. (1977) “Observación y Explicación”, Alianza Editorial, Madrid, p. 52.

[6] Hanson, N. R. (1958) The logic of discovery, Journal of Philosophy, Vol. LV, Nº 25, p.1083.

[7] Hanson, N.R. (1977) “Patrones de Descubrimiento”, Alianza Editorial, Madrid, p. 166.

[8] Ibíd., p. 81.

[9] Ibíd., pp. 91-92.

[10] Ibíd., pp. 93-94.

[11] Ibíd., p. 96.

[12] Ibíd., p. 99.

[13] Ibíd., pp.183-184.

[14] Ibíd., p. 53.

[15] Ibíd., p. 185.

[16] Ibíd., pp. 188-189.

lunes, julio 11, 2011


LA LÓGICA DEL DESCUBRIMIENTO
NORWOOD RUSSELL HANSON
(I Parte).


“Son las personas las que ven, no sus ojos.”
N. R. Hanson

Stephen Toulmin, describe a N. R. Hanson (1924-1967) como “un hombre fuera de su tiempo, un carácter del Renacimiento florentino desarrollado en los Estados Unidos contemporáneos.”(1) El mismo Toulmin, señ
ala que Hanson murió en Abril de 1967, cuando piloteaba su propio avión, actividad a la que se dedicó junto con la música, el dibujo, la física teórica y la filosofía.

En 1958, el mismo año en que se publicó “Patrones de descubrimiento”, uno de los dos libros que escribió, apareció un artículo de Hanson en The Journal of Philosophy titulado “La lógica del descubrimiento” (2) En este artículo, Hanson retoma la distinción hecha por F. Schiller entre la lógica de la justificación y la lógica del descubrimiento, señalando que la lógica de la justificación, tal como la lógica deductiva, ha sido la principal preocupación de los filósofos. Los filósofos de la ciencia, señala Hanson, han descrito cómo se puede sostener o defender una hipótesis una vez que se ha planteado, pero han dicho muy poco respecto a la formulación inicial de ésta. La excepción a lo anterior, estaría dada sólo por dos personajes: Aristóteles y Peirce, quienes reconocieron, cuando trataron lo que Peirce llamó la “retroducción”, que la formulación de una hipótesis es un asunto razonable. Hanson, señala que las razones que se tienen para sugerir o proponer inicialmente una hipótesis, pueden ser distintas a las razones que posteriormente nos llevan a aceptarla, lo cual no niega que en ocasiones, las razones que inspiraron la formulación de la hipótesis sean las mismas que nos llevan a su aceptación. El propósito de Hanson, en este artículo, es examinar las características del proceso de razonamiento que hay detrás de la formulación inicial de una hipótesis.

Hanson, en primer lugar, distingue las razones para aceptar una hipótesis determinada de las razones para sugerirla o formularla, distinción que no es compartida por todos los filósofos, algunos de los cuales sostienen, como Reichenbach, que la filosofía sólo debe tratar de la lógica de la justificación. Las razones para aceptar una hipótesis H, son aquellas que permiten pensar que H es verdadera. En cambio, las razones para sugerir o formular inicialmente H, son aquellas que hacen de H una conjetura plausible. Nadie discute que existen algunas diferencias entre sostener que H es verdadera y sostener que H es una conjetura plausible. La pregunta, dice Hanson, es si esto se trata de una distinción propia de la lógica o es más bien del ámbito de las distinciones psicológicas o sociológicas.


La filosofía de la ciencia, define los criterios para confirmar y testear H, lo que da lugar a la lógica de la justificación. Pero la aplicación de estos criterios, que permiten fundamentar la veracidad o aceptación de H, no se hace necesaria si antes no se ha formulado H como una conjetura plausible. En otras palabras, antes de someter una hipótesis a diversas pruebas que permitan dar cuenta de su validez, esta hipótesis tiene que haber sido considerada una explicación o idea plausible. Al mismo tiempo, otras explicaciones o conjeturas han sido descartadas o consideradas poco razonables para ser seriamente evaluadas como hipótesis plausibles.


Para Hanson, en algunos casos las razones para considerar una hipótesis y las razones para aceptarla son lógicamente diferentes. Basándose en Kepler, señala que una vez que éste había establecido que la órbita de Marte era una elipse (H), idea que rompía con toda la tradición astronómica hasta ese momento, generalizó su planteamiento para todos los demás planetas (H’).
Para proponer H’, Kepler se basó en diversas razones, entre las cuales ciertamente se encontraba que H (la hipótesis de que la órbita de Marte es elíptica) es verdadera. Marte es considerado un planeta típico, cuyas propiedades dinámicas también se encuentran en los otros planetas. Si su órbita es elipsoidal, entonces es razonable conjeturar que la órbita de Mercurio, Venus, Júpiter, Saturno e incluso la Tierra, es también elipsoidal, es decir, es razonable considerar, desarrollar y sugerir H’.

Sin embargo, estas razones no podrían establecer la verdad de H’, puesto que lo que hace razonable proponer H’ es de carácter analógico (Marte hace x; Marte es un planeta típico; luego (quizás) todos los planetas hacen x). Las analogías no pueden establecer hipótesis, sólo las observaciones pueden hacerlo, tal como lo considera el método hipotético-deductivo. Para establecer H’ se requiere observar las posiciones de los demás planetas y determinar si la curva que da cuenta de sus desplazamientos se aproxima al de la ecuación de una elipse. De ser así, se puede establecer H’. Pero esto no se habría hecho, ni sería razonable suponerlo, antes de que H’ hubiese sido propuesta o formulada. Hanson, plantea que no es correcto considerar que esta diferencia entre H’como propuesta y H’como establecida es sólo de carácter psicológico, como plantean algunos. Lo que son buenas razones para sostener y proponer una hipótesis y lo que no lo son, es un asunto que concierne a la lógica.


“Las cuestiones de sociología, psicología e intuición inspirada no son de interés para el pensador para el que la «reconstrucción racional» y la «axiomatización» son los objetivos primarios. Es así que a los filósofos «hipotético-deductivos» les parece que cualquier análisis, como el de Peirce, que pasa bajo el nombre de «retroducción» debe ser irrelevante para el análisis conceptual. La retroducción debe ocuparse, aparentemente, de simples cuestiones de hecho, de diversos aspectos psicológicos, de consideraciones sociológicas e históricas que tienen mucho que ver con el proceso, la «psicodinámica», de la resolución de problemas, pero poco, si algo, con la comprehensión de la estructura conceptual. Hay razones para resistirse a tal valoración final e intransigente de la retroducción.” (3)


(1) Prefacio al ensayo de Hanson publicado póstumamente en 1971 con el título “Observación y Explicación: Guía de la Filosofía de la Ciencia.” en Hanson, N.R. (1977) “Observación y Explicación”, Alianza Editorial, Madrid, p. 9.
(2) Prefacio al ensayo de Hanson publicado póstumamente en 1971 con el título “Observación y Explicación: Guía de la Filosofía de la Ciencia.” en Hanson, N.R. (1977) “Observación y Explicación”, Alianza Editorial, Madrid, p. 9.
(3) Hanson, N.R. (1977) “Observación y Explicación”, Alianza Editorial, Madrid, p. 51.

domingo, agosto 01, 2010

Epistemología, Evolución y Cibernética: Fundamentos de la Potenciación Cognitiva (E-book).



Resumen.


En este texto se plantea la necesidad de asumir una concepción dinámica de la cognición y de la conducta humana. Con este propósito, se examinan los conceptos de evolución, inteligencia y cibernética, sosteniendo que su integración y el cambio epistemológico que ésta conlleva, constituyen los fundamentos de la cognición situada y distribuida, ejemplificada con los planteamientos de Dewey y Vygotsky, autores que promovieron la potenciación cognitiva.