sábado, abril 11, 2009


El error de Darwin y las crisis ecológicas y económicas.

El siguiente texto corresponde a una columna de opinión que escribí y que fue publicada en el mes de Marzo pasado en el diario regional El Observador.
En honor y en justicia a la figura de Charles Darwin, quisiera compartir el comentario que me hiciera mi amigo el Dr. Humberto Díaz Oviedo, en cuanto resulta cuestionable el juicio que hace Bateson de los planteamientos darwinianos, pues la mirada ecológica-sistémica-cibernética que subyace a su crítica y que lo lleva a plantear la noción del "error de Darwin", difícilmente podría haberla tenido el naturalista inglés a mediados del siglo XIX. Así, si bien Darwin consideró la interacción organismo-ambiente, su foco de atención estuvo en la evolución de las especies, siendo éste el ámbito en el que debiera ser evaluado.


En épocas de crisis, son muchos los que intentan hacerse famosos realizando predicciones de corto o mediano plazo. Sin embargo, me parece que son éstos los momentos en los que debieran recordarse y legitimarse las visiones de largo plazo que tuvieron quienes vislumbraron el escenario que hoy vivimos.

Hace cuarenta años, el antropólogo cibernético Gregory Bateson advertía las serias consecuencias que podría conllevar el no asumir lo que llamó el error de Darwin, que consiste básicamente en considerar que la unidad mínima de supervivencia es el organismo o la especie a la cual éste pertenece. En la actualidad, la ciencia ha confluido con el sentido común y la sabiduría de los pueblos originarios para reconocer que la unidad de supervivencia no es el organismo aislado, sino el organismo más su ambiente o entorno. Para la ciencia, hoy resulta casi obvia la visión del piel roja y del aymará, en cuanto a que si un organismo destruye su ambiente también se destruye a sí mismo.

Este año que se conmemoran los 200 años del natalicio de Charles Darwin y que vivimos una de las más grandes crisis ecológicas y económicas, cabe reflexionar en esta falaz idea de Darwin, abrir los ojos y entender que no es posible alcanzar mayores niveles de desarrollo económico a costa del bienestar de otras personas y de otras especies que conforman nuestro ambiente. Pretender el bienestar personal o de “los míos” sin considerar el costo que ello tiene para los demás, no sólo fue el origen de las actuales crisis, sino que ahora debiera ser signo tanto de ceguera como de estupidez. Si hay algo que debiéramos aprender es que cuando la marea sube, suben todos los barcos. Esto es la base de la responsabilidad social y de la conciencia sistémica.