domingo, octubre 14, 2007

La inteligencia como concepto relacional.


La inteligencia es, claramente, un concepto que nos remite a un mundo complejo. Tradicionalmente, nuestra cultura occidental ha intentado transitar por un mundo simplificado, un mundo analizado, un mundo predecible, sin importar que en este esfuerzo este mundo fuera brutalmente distorsionado. Encerrarnos en la idea del control racional fue el resultado de dicho intento, así como también el abandonar nuestro cuerpo y con él la experiencia del mundo.

Jean Piaget, en la primera mitad del siglo XX, nos invitaba a entender la cognición y la inteligencia como un proceso que se da en la interacción del organismo con su medio, enfatizando la importancia de los procesos y operaciones sensorio-motrices. Parece ser que durante mucho tiempo, sólo prestamos atención a una parte de lo que Piaget nos indicaba, sin ahondar mucho en sus consecuencias. Es probable, que no hayamos estado preparados, en ese momento, para ver y escuchar lo que podían significar sus planteamientos.

Un fenómeno similar se dio con la propuesta de quienes sustentaron el enfoque conexionista y la cibernética. Aparentemente, tampoco estuvimos a la altura de esas ideas, con lo cual la ciencia cognitiva tuvo un retraso, si se puede así llamar, de más de una década. En este caso, la mayoría no pudo ver lo que esas ideas significaban. La evolución del pensamiento seguía su curso, faltaban algunos ciclos recursivos para poder ver y escuchar con mayor claridad.

Me parece que lo mismo está pasando con las emociones, estamos reparando nuevamente en ellas y advirtiendo la influencia que ejercen en lo que tradicionalmente llamamos nuestra inteligencia.

El desarrollo que hasta ahora ha alcanzado la ciencia cognitiva, permite plantear que la inteligencia no es una cualidad o propiedad de un organismo específico, sino más bien el nombre con el que distinguimos un tipo de interacción particular entre ese organismo y su entorno, la cual se caracteriza por permitir el acoplamiento estructural necesario entre estos dos sistemas para que dicho organismo pueda seguir existiendo en ese dominio o ámbito particular. Creo que la mayoría de las definiciones o conceptualizaciones acerca de la inteligencia son consistentes con esta forma de entenderla, estando las diferencias fundamentalmente basadas en el énfasis que le dan a un aspecto específico de dicha relación.

Todos formamos parte de diversos sistemas y nuestras acciones pueden o no contribuir al acoplamiento estructural de los mismos. Quizás aún no veamos las consecuencias que esto pueda tener, dado que nuestras conductas pueden constituir pequeñas diferencias que se pueden amplificar mediante los procesos recursivos del vivir. No podemos saber con certeza dónde estaremos en los próximos años, aunque quizás nuestra percepción se afine para permitirnos captar la tendencia que tiene el sistema del cual formamos parte.

Hasta el momento, la inteligencia artificial y la robótica nos están ayudando a pensar acerca del vivir humano y a comprender un poco más lo complejo de nuestra existencia. Como individuos y como especie tenemos importantes desafíos por delante, la manera cómo los enfrentemos será, en mi opinión, la principal forma, quizás la única válida, de evaluar nuestra inteligencia.

Quisiera terminar este comentario con una reflexión de Rodney Brooks:

“Como producto de la evolución, es improbable que hayamos alcanzado un estado por completo óptimo, especialmente en las áreas cognitivas. La evolución construye un batiburrillo de capacidades que resultan adecuadas para el nicho en que la criatura sobrevive. Es por entero posible que con unos cuantos cambios adicionales en las conexiones de nuestros cerebros ‘normales’ lleguemos a descubrir nuevas capacidades. Quizá se trate de destrezas sobre las que no conseguimos ahora razonar, justo como le sucede al paciente de agnosia. Serían capacidades sobre las que nuestra propia reflexión especial, de la que los seres humanos nos sentimos tan orgullosos, no es capaz de razonar sin que hayan tenido lugar esos cambios de conexiones.”[1]


[1] Brooks, Rodney. Flesh and Machines. Pantheon Books. New York. 2002. Edición en español, Cuerpos y Máquinas. Ediciones B. Barcelona. 2003. pp. 228-229.

1 comentario:

Begoña. dijo...

Hola profesor... aquí le dejo mi blog para que lo vea y otro día posteo algo respecto a sus artículos,porque ahora estoy de pasada, tengo mil millones de cosas que estudiar, esa es la vida de los pobres estudiante de la UNAB :( (broma)

bueno, espero esté muy bien...

saludos...

Begoña.