miércoles, abril 11, 2007

Ludwig von Bertalanffy y el desarrollo del enfoque sistémico.

Aunque es poco citado en el ámbito de la ciencia cognitiva, hay que señalar que en la misma época en que se desarrollaron los conceptos de retroalimentación y de cibernética, el biólogo Ludwig von Bertalanffy plantea la Teoría General de Sistemas, cuyo propósito explícito era producir una reorientación del pensamiento, un cambio de paradigma, en términos de Kuhn, introduciendo nuevos esquemas conceptuales en la tradición científica. Para von Bertalanffy, la idea fundamental era superar el problema de las limitaciones que impone a la ciencia el procedimiento analítico clásico, el cual no es aplicable al estudio de los fenómenos complejos de carácter sistémico.

“La aplicación del procedimiento analítico depende de dos condiciones. La primera es que no existan interacciones entre ‘partes’, o que sean tan débiles que puedan dejarse a un lado en ciertas investigaciones. Sólo con esta condición es posible ‘deslindar’ las partes –real, lógica y matemáticamente- y luego volverlas a ‘juntar’. La segunda condición es que las relaciones que describan el comportamiento de partes sean lineales; sólo entonces queda satisfecha la condición de aditividad, o sea que una ecuación que describa la conducta total tiene la misma forma que las ecuaciones que describen la conducta de las partes; los procesos parciales pueden ser superpuestos para obtener el proceso total, etc.
Semejantes condiciones no las cumplen las entidades llamadas sistemas, o sea consistentes en partes ‘en interacción’.
El prototipo de su descripción es un conjunto de ecuaciones diferenciales simultáneas, que son no lineales en el caso general.”[1]

La aspiración de von Bertalanffy, era establecer una teoría cuya aplicación resultara útil a las diversas disciplinas científicas, una teoría basada en principios universales que se pudiera aplicar a los sistemas en general. La existencia de estos principios generales explicaría la aparición de similitudes estructurales o isomorfismos en diversos ámbitos del conocimiento.

El desarrollo de la teoría de sistemas, al igual que el de la cibernética, si bien tendió a difuminarse en los años posteriores, ha continuado en la actualidad con el desarrollo de la teoría de los sistemas dinámicos, que von Bertalanffy consideró como parte de su teoría general. En el ámbito de los sistemas dinámicos y particularmente en el de la física, la relevancia de la interacción y las limitaciones del modelo analítico tradicional, utilizado por el método científico, se advirtió ya en el siglo XIX con los planteamientos del físico y matemático francés Heinri Poincaré, quien cuestionó la aplicación de la física newtoniana al sistema solar, dudando de la estabilidad que supuestamente éste tenía. Este cuestionamiento, se basaba en el hecho de que las ecuaciones lineales de Newton se vuelven insolubles cuando se tratan de aplicar a un sistema en el que interactúan más de dos cuerpos. Al intentar resolver las ecuaciones, Poincaré advirtió que una perturbación mínima podía ocasionar en algunas órbitas un comportamiento absolutamente errático y caótico. La participación de un tercer cuerpo, en este caso, un planeta o un asteroide, podía causar que un planeta en órbita fuera despedido del sistema solar. Este hecho, terminaba con la feliz suposición de que una perturbación pequeña produce un efecto pequeño, que no es significativo para la estabilidad del sistema.[2] Las innovadoras conceptualizaciones físicas y matemáticas desarrolladas por Poincaré, lo llevaron a formular, a principios del siglo XX, el Principio de la Relatividad y a plantear en 1905, el mismo año que lo hiciera Einstein, lo que hoy se conoce como la Teoría de la Relatividad Especial.

Fueron estas ideas, junto a la hipótesis cuántica planteada por Max Planck en 1900, las que comenzaron a derrumbar la doctrina del determinismo científico, el famoso sueño del Marqués Pierre Simon Laplace, según el cual “debía existir un conjunto de leyes científicas que nos permitirían predecir todo lo que sucediera en el universo, con tal de que conociéramos el estado completo del universo en un instante de tiempo, (. . .) incluido el comportamiento humano.”[3] Las implicaciones de la hipótesis cuántica, se advirtieron más claramente cuando Werner Heisenberg, en 1926, plantea el principio de incertidumbre, según el cual es imposible determinar con exactitud la posición y la velocidad de una partícula en un mismo instante, pues el cuanto de luz que ilumina la partícula para advertir su posición, al mismo tiempo, la perturba. Basado en este principio, Heisenberg, Schrödinger y Dirac desarrollaron la mecánica cuántica, donde el conocimiento que se puede alcanzar de las partículas ya no aspira a ser certero ni único, sino que sólo probable. Cabe destacar, que uno de los científicos que contribuyó a la formalización de la mecánica cuántica, fue el matemático John von Neumann, quien además desempeñó un rol fundamental en el desarrollo de la ciencia cognitiva.

El cambio epistemológico y paradigmático que suponía el desarrollo de la mecánica cuántica, la cibernética y la teoría de sistemas, fue inicialmente ignorado, privilegiando el quehacer científico más acorde al sueño de Laplace. La deriva que estos revolucionarios planteamientos tienen para nuestra vida cotidiana, los cuales no están incorporados generalmente en los programas de estudios tradicionales, parece que sólo recientemente están siendo considerados por la comunidad académica en general. Para el físico Stephen Hawking, el principio de incertidumbre tiene “profundas implicaciones sobre el modo que tenemos de ver el mundo. Incluso más de cincuenta años después, éstas no han sido totalmente apreciadas por muchos filósofos, y aún son objeto de mucha controversia.”[4]


[1] von Bertalanffy, Ludwig. General Systems Theory. Ed. George Braziller, New York, 1968. Edición en español: Teoría General de los Sistemas. Editorial FCE. México. 1976. pp. 17-18

[2] Briggs, John. Peat, F. David. Turbulent Mirror: An Illustrated Guide to Chaos Theory and the Science of Wholeness. Harper & Row. New York. 1989. Edición en español, Espejo y Reflejo: Guía ilustrada de la teoría del caos y la ciencia de la totalidad. Ed. Gedisa. Barcelona. 1990.

[3] Hawking, Stephen. The Illustrated a Brief History of Time. Bantam Books, Toronto. 1988. Edición en español, Historia del Tiempo Ilustrada. Ed. Crítica, Barcelona. 1996. p. 68.

[4] Hawking, S. Ibíd. p. 72.

2 comentarios:

habitaquo dijo...

He estudiado filosofía y me ha parecido muy interesante tu artículo.
Te agradecería que me escribieras un artículo siguiendo las líneas de este último que has escrito comentando el artículo que ahora te cito:
habitaquo palabras nuevas y sus usos
¿psicológicamente el uso de una palabra tiene que ver con el futuro de su significado?

Anónimo dijo...

profe: ¿que pasó en el blog, se perdió la información, me aparecen solo signos, es posible reestablecer su artículo? gracias