sábado, marzo 24, 2007


El desarrollo de la cibernética: los albores de la ciencia de la mente (II Parte).



En la época en que Wiener desarrolló el concepto de cibernética, uno de los principales temas que ocupaban a la comunidad científica era cómo compatibilizar los planteamientos de la biología y de la física, cómo armonizar los procesos homeostáticos de los sistemas vivos con la segunda ley de la termodinámica, la generación de entropía. Erwin Schroedinger, el padre de la mecánica cuántica, se preguntaba: ¿cómo evita la decadencia el organismo viviente?, ¿qué hace un ser vivo para retardar su desintegración?.[1] Como respuesta, Schroedinger plantea que el organismo requiere de un dispositivo, un mecanismo que sea capaz de guiar, controlar y ejecutar todas las acciones necesarias para generar una entropía negativa, para desarrollar un proceso recursivo que permita la construcción y mantenimiento del cuerpo, dispositivo que se encuentra en cada una de las células del organismo y que hace las veces de código jurídico y de poder ejecutivo a la vez.[2]

El conjunto de dispositivos propuestos por Schroedinger, distribuidos por todo el organismo, requería de un complejo sistema de coordinación, al igual como lo requerían las diversas unidades de un ejército o los distintos departamentos y secciones de una fábrica o de un gobierno, sistema que además, debía ser capaz de funcionar en forma autónoma. Warren Weaver, creador de la expresión biología molecular y dirigente de la sección de control de armas de la Oficina de Investigación y Desarrollo Científico de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, resume estas necesidades señalando que los problemas de mediados del siglo XX eran los de la complejidad organizada, siendo un deber de la ciencia el aprender a enfrentarlos.[3]

Wiener y sus colaboradores, se dedicaron precisamente a desarrollar estos sistemas capaces de alcanzar un objetivo con un cierto grado de autonomía. En estos sistemas cibernéticos, el concepto de retroalimentación[4] o feedback resulta fundamental, pues cualquier proceso que pretenda regular el accionar de un organismo o de una máquina requiere retroalimentación, la cual Wiener entiende como:

“un método para controlar un sistema reintroduciéndole los resultados de su desempeño en el pasado. Si estos resultados son utilizados meramente como datos numéricos para evaluar el sistema y su regulación, tenemos la retroalimentación simple de los técnicos de control. Pero si esa información de retorno sobre el desempeño anterior del sistema puede modificar su método general y su pauta de desempeño actual, tenemos un proceso que puede llamarse aprendizaje.”[5]

Los ciclos de retroalimentación, ciertamente no fueron una distinción original de los fundadores de la cibernética, pero sí fueron ellos los que reconocieron su importancia y popularizaron el concepto en la década de 1940, al constituirse éste en el punto de intersección de las máquinas con los organismos biológicos. Un paso importante en esta dirección, se dio cuando en 1949, el físico, matemático y epistemólogo Heinz von Foerster llega a Estados Unidos y propone que el nombre del congreso de las Conferencias Macy, “Causalidad circular y mecanismos de feedback en sistemas biológicos y sociales”, donde participaban Warren McCulloch, John von Neumann, Walter Pitts, Margaret Mead, Gregory Bateson, Norbert Wiener y Kurt Lewin, entre otros, sea cambiado simplemente por “Cibernética”.

La retroalimentación, positiva o negativa, que permite que un sistema u organismo se mantenga en el tiempo como tal, es información que proviene tanto del interior como del exterior del propio sistema u organismo y que, como tal, da cuenta de los cambios, desviaciones o diferencias que éste presenta en un momento determinado. Advertir estas desviaciones y realizar los ajustes necesarios para corregirlas, permite alcanzar el equilibrio necesario para la mantención de la máquina y para la sobrevivencia del organismo biológico. Cabe destacar, que estos procesos cibernéticos están implícitamente presentes, de diferentes maneras, en los planteamientos de Dewey, Vygotsky y Piaget, siendo éste último quien explicitara la necesidad de que el sujeto alcance un equilibrio cognitivo mediante los procesos de asimilación y acomodación. Como señalan Briggs y Peat[6], en la actualidad se reconoce que la retroalimentación está presente en todas partes, en el desarrollo del lenguaje, en la evolución de los nichos ecológicos, en la dinámica de las interacciones sociales, en el precio de las acciones en las bolsas de comercio y en los fenómenos de los que dan cuenta la física y la química.


[1] Schroedinger, Erwin. What is life?. Cambridge University Press. Cambridge. Inglaterra. 1944. Cit. en Fox Keller, Evelyn. 1995. op. cit.

[2] Ibíd.

[3] Weaver, Warren. Problems of organized complexity. American Scientist Nº 36. 1949. Cit. en Fox Keller, Evelyn. 1995. op. cit.

[4] Según el Diccionario de la RAE, el término correcto es realimentación, sin embargo, se utilizará el concepto de retroalimentación dado que éste último corresponde a la traducción más frecuente del concepto inglés feedback.

[5] Wiener, Norbert. The Human Use of Human Beings. Anchor Books. New York. 1954. Cit. en Keeney, Bradford. 1987. op. cit. p. 83.

[6] Briggs, John. Peat, F. David. Turbulent Mirror: An Illustrated Guide to Chaos Theory and the Science of Wholeness. Harper & Row. New York. 1989. Edición en español, Espejo y Reflejo: Guía ilustrada de la teoría del caos y la ciencia de la totalidad. Ed. Gedisa. Barcelona. 1990.