martes, febrero 27, 2007

El desarrollo de la cibernética: los albores de la ciencia de la mente (I Parte).



Norbert Wiener (1894-1964)

El término computación, es una palabra cuya etimología nos remite a la contemplación o consideración conjunta de dos o más entidades con el propósito de calcular su relación.[1] Así entendida, el desarrollo de las máquinas que realizan computaciones tiene una larga historia, pudiéndose ésta remontar incluso a la creación del ábaco y, más recientemente, a la construcción de un dispositivo mecánico para hacer cálculos matemáticos, hecho por Blaise Pascal en 1642. Sin embargo, la computación tal como hoy la entendemos, se desarrolló sólo a principios del siglo XX, estimulada por la necesidad de procesar y computar la enorme cantidad de datos que se requerían para coordinar las operaciones militares propias de la guerra que se estaba desarrollando en Europa. Fue este mismo contexto bélico el que hizo necesario optimizar los sistemas de comunicaciones, llevando a los Laboratorios Bell a buscar la forma de maximizar las transmisiones telefónicas, proceso que más tarde daría lugar a la formulación de la teoría matemática de la información por Shannon y Weaver en 1949.

En la actualidad, parece obvio que durante la guerra, los procesos de comunicación, y las investigaciones que en ese ámbito se realizaban, estuvieran en función de los servicios de inteligencia y de control. Sin embargo, fue sólo a principios de la década de 1940 cuando Norbert Wiener, un matemático y filósofo que trabajó en el Aberdeen Proving Ground de Maryland realizando cálculos balísticos, explicitó la relación entre comunicación y control.[2] A principios de la Segunda Guerra, Wiener era profesor de matemáticas en el MIT, donde junto a Vannevar Bush, diseñó un sistema de fuego antiaéreo, en el cual la noción de feedback o retroalimentación resultó fundamental. Unos años más tarde, Wiener, en colaboración con el neurofisiólogo mexicano Arturo Rosenblueth y el ingeniero Julian Bigelow, plantearon una teoría acerca del control y la comunicación en los animales y las máquinas.[3] En 1942, durante el desarrollo de una de las conferencias multidisciplinarias financiadas por la Fundación Josiah Macy sobre la inhibición central en el sistema nervioso, estos investigadores presentaron el concepto de feedback, el cual deriva de la noción de medio interno planteada por el biólogo francés Claude Bernard en 1865 y retomada por Walter Cannon en 1932 al proponer la noción de homeostasis para describir “las reacciones fisiológicas coordinadas que mantienen la mayoría de los estados estables del cuerpo.”[4] En 1943, este mismo equipo, publica en Philosophy of Science un artículo titulado “Behavior, Purpose and Teleology”, donde señalan que el concepto de feedback permite explicar la conducta teleológica, orientada por una meta o propósito, que presentan los sistemas vivos y artificiales. Cabe destacar, que ese mismo año, Warren McCulloch, filósofo y neurofisiólogo, y Walter Pitts, matemático y neurofisiólogo, publicaron en el Bulletin of Mathematical Biophysics la investigación donde analizaron las propiedades computacionales de neuronas formales interrelacionadas, con el título de “A logical calculus of ideas immanent in nervous activity”, estudio que sustentó el desarrollo de la arquitectura conexionista o de redes neuronales en ciencia cognitiva.

Durante 1945, Wiener junto a Howard Aiken y John von Neumann, organizaron uno de los encuentros de las Conferencias Macy, que titularon “Causalidad circular y mecanismos de feedback en sistemas biológicos y sociales”, el cual contó con la participación de destacadas personalidades de diversas disciplinas, entre quienes se encontraban, McCulloch y Pitts. Finalmente, en 1948, Wiener publica su libro “Cibernetics, or the Control and Communication in the Animal and Machine”, donde a partir del concepto de feedback, concibe la formulación de una ciencia general de la pauta y de la organización, que permita integrar los procesos físicos y mentales. Para Varela, Thompson y Rosh, “la intención manifiesta del movimiento cibernético consistía en crear una ciencia de la mente.”[5]

La integración de dominios que propone Wiener con la cibernética, se halla ya en la etimología de la palabra y en el antiguo uso que a ésta se le dio. De acuerdo al Diccionario de la Real Academia Española[6], el término cibernética proviene del griego κυβερνητικ (kybernetiké), que se refiere al arte de gobernar una nave[7].

“En la República, Platón la utilizó para designar tanto el arte de dirigir una nave como el arte de comandar. Que la palabra original remita tanto a la naútica como al control social nos está diciendo, pues, que la cibernética se ocupa a la vez de las personas y de los aparatos técnicos que ellas inventan.”[8]


[1] Segal, Lynn. The dream of reality. Heinz von Foerster’s constructivism. W.W.Norton and Co., NY. 1989. Edición en español, Soñar la realidad. El constructivismo de Heinz von Foerster. Ed. Paidós, Barcelona. 1994.

[2] Fox Keller, Evelyn. Refiguring Life: Metaphors of Twentieth-Century Biology. Columbia University Press, NY. 1995. Edición en español, Lenguaje y Vida: Metáforas de la biología del siglo XX. Ediciones Manantial, Buenos Aires. 2000.

[3] Bechtel, W. et al. 1998. op. cit.

[4] Cannon, Walter B. The wisdom of the body. W.W. Norton and Co. NY. 1932. Cit. en Damasio, A. The Feeling of What Happens: Body and Emotion in the Making of Consciousness, Harcourt Brace, New York. 1999. Edición en español, Sentir lo que sucede: Cuerpo y emoción en la fábrica de la consciencia. Ed. Andrés Bello, Santiago. 2000.

[5] Varela, F. et al. 1991. op. cit. p. 62.

[6] En http://buscon.rae.es/draeI/

[7] Este término griego, kybernetiké, derivó en el término latino gubernare, que aludía también a dirigir una nave y del cual procede la palabra gobernar, que actualmente hace referencia a dirigir una nación. La historia más reciente de la palabra cibernética, indica que se utilizó en Francia hacia 1830, cybernétique, para referirse al arte de gobernar. En http://www.elcastellano.org/palabra.php?q=gobernar (01/09/06)

[8] Keeney, Bradford. Aesthetics of Change. The Guilford Press, NY. 1983. Edición en español, La Estética del Cambio. Ed. Paidós, Barcelona. 1987. p. 83.

2 comentarios:

Anónimo dijo...
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