domingo, junio 18, 2006

Educar, ¿Para qué?.

Artículo publicado en El Mercurio de Valparaíso el 28 de Marzo del 2006.


Se hablaba de construir un reformatorio para muchachos, y se solicitó el parecer de un célebre experto en educación. Este hizo un apasionado alegato a favor de unos métodos educativos humanos en el reformatorio, urgiendo a los fundadores a no escatimar medios para conseguir los servicios de unos educadores bondadosos y competentes.

Y concluyó diciendo: ‘Con lograr salvar a un solo muchacho de la depravación moral, ya habrán quedado justificados los gastos y los esfuerzos que se inviertan en una institución de este tipo’.

Posteriormente, un miembro de la junta directiva le dijo: ‘¿No ha estado usted ligeramente exagerado? ¿Cree de veras que el salvar a un solo muchacho justificaría todos los gastos y esfuerzos?’

‘Si se tratara de mi hijo, sí.’, fue la respuesta.

Anthony de Mello.

En una reciente columna aparecida en la prensa, el destacado experto en educación, Sr. Ernesto Schiefelbein, nos invita a reflexionar acerca de los dilemas que enfrenta la educación chilena para dejar de constituirse en una seria limitación a nuestro desarrollo social. En dicho artículo, se pregunta: “¿"Cuidar" a los niños de 0 a 5 años mientras los padres trabajan (más de lo mismo ofrecido hasta ahora) o "estimular" su desarrollo intelectual y creativo?, ¿Conviene "vender" la educación pública (como lo sugieren comentaristas y un rector) o resolver los problemas que limitan hoy los niveles de aprendizaje?”.

Me parece que es necesario cuestionarse si como sociedad tenemos la pasión que manifiesta el experto en educación mencionado en el texto del sacerdote jesuita Tony de Mello. ¿Estamos dispuestos como sociedad chilena a salvar a nuestros hijos?, ¿estamos todos los chilenos dispuestos a asumir los costos de “estimular” el desarrollo intelectual y creativo de nuestros niños y no sólo cuidarlos?, ¿tenemos realmente la disposición política para invertir al menos el 6% de nuestro PIB en materia educativa, porcentaje mínimo que señala el Sr.Matsuura, Director General de la Unesco, como necesario?, ¿están las empresas chilenas dispuestas a invertir en investigaciones que ayuden a resolver los problemas que limitan los niveles de aprendizaje?.

Al intentar responder estas preguntas surgen otras aún más básicas, ¿sabemos cómo estimular el desarrollo intelectual y creativo de nuestros niños y niñas?, ¿saben realmente los “profesionales” de la educación lo que significa el desarrollo cognitivo?. Los resultados de las evaluaciones indican que al parecer no hay mucha claridad en estas materias.

Mi hipótesis es bastante simple, si no sabemos, todos los agentes involucrados, lo que significa el desarrollo cognitivo, si no sabemos estimular el aprendizaje, la creatividad y los procesos mentales en general, es muy difícil que superemos realmente los bajísimos niveles de calidad que presenta la educación chilena.

Se habla mucho de educación, pero creo que se entiende muy poco lo que significa, más allá de las frases típicas. Son muchos los colegios que intentan vender la idea de una “educación integral”, poco nos preguntamos qué quieren decir con eso, ¿hacer deportes?, ¿impartir clases de religión?, ¿enseñarles a navegar por internet?, ¿enseñarles una segunda lengua?. Algunos ofrecen incluso “altos estándares de calidad”, sin ni siquiera estar certificados. Quizás se refieren a que algunos de sus alumnos obtuvieron altos puntajes en el SIMCE y en la PSU, ¿es eso una educación de calidad?, ¿qué otros indicadores tenemos los padres para evaluar la calidad del servicio educacional que ofrece la institución a quien le confiamos nuestro futuro?

Hace ya varios años, en un texto que ya es un clásico, uno de los importantes pensadores del siglo XX, el biólogo chileno Humberto Maturana se preguntaba: ¿para qué queremos educar a nuestros hijos?, ¿cuál es el proyecto de vida que deseamos ofrecerles?, ¿qué tipo de seres humanos deseamos construir a través de la educación?, ¿qué tipo de mundo queremos diseñar para los próximos años?. Intentar responder explícitamente a estas preguntas considero que no sólo es una necesidad, sino un deber ético y de transparencia mínimo para todas las instituciones responsables del proceso educativo, partiendo por supuesto desde la Presidencia de la República. Sin embargo, intentar responder estas preguntas no sólo es necesario a nivel institucional, sino también en el ámbito personal y familiar.

La educación no es sólo responsabilidad del gobierno y de los profesores, debemos comprender que la educación fundamental es la informal, la que se da en nuestras interacciones cotidianas, en la familia, en el barrio, y es, por tanto, responsabilidad de cada uno de los miembros de nuestra sociedad. Debemos todos preocuparnos de aprender cómo educar a nuestros niños y niñas, necesitamos que todos los chilenos alcancen un nivel educacional que les permita comprender lo que es el desarrollo cognitivo, la importancia de cuidar y proteger a las mujeres embarazadas, lo delicados que somos los seres humanos durante nuestros primeros años de vida, la trascendencia que tiene para todos el vivir en un ambiente sano y amoroso.

Como señala el Dr. Humberto Maturana, debemos educarnos para aprender a vivir armoniosamente con nuestro entorno, para hacernos socialmente responsables de nuestra forma de vivir. Creo que la educación nos puede permitir, en un futuro próximo, si estamos realmente dispuestos, aprender a pensar y sentir de un modo tal que el vivir en un mundo pacífico, justo y amoroso deje de ser una utopía y se convierta en una realidad para las próximas generaciones.

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